miércoles, 29 de junio de 2011

Decisión

LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

Como recuerdo a mi padre contandome este cuento cuando era una niña...


En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el estado del zar parecía cada vez peor. Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en caravanas de lejanos países.

Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la salud del zar no mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.

El anuncio se propagó rápidamente, pues las pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para intentar devolver la salud al zar. Sin embargo fue un trovador quien pronunció:

—Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.

Partieron emisarios del zar hacia todos los confines de la tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el dinero, quien lo poseía, carecía de amor, y quien lo tenía se quejaba de los hijos.

Mas una tarde, los soldados del zar pasaron junto a una pequeña choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la chimenea:

—¡Qué bella es la vida! Con el trabajo realizado, una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares ¿qué más podría pedir?

Al enterarse en palacio de que, por fin, habían encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor del zar ordenó inmediatamente:

—Traed prestamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!

En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar la inminente recuperación del gobernante.

Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante, mas, cuando por fin llegaron, traían las manos vacías:

—¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!

—Señor -contestaron apenados los mensajeros-, el hombre feliz no tiene camisa.
 
Leon Tolstoi (1828-1910)

viernes, 17 de junio de 2011

Algún día...

No dejo de darle vueltas a mi cabeza y preguntarme si algún día...

Podré volver a sentir esas sensaciones
podré volver a vivir esas experiencias
Podré llevar dentro de mi nuevamente esa ilusión
Podré sentir el dolor que da traer vida
Poderé recuperar lo que me han quitado sin preguntarme y sin informarme


Algún día podré volver a vivir el momento más grande, el segundo más intenso, el instante de mayor fuerza ty valentía que he vivido en toda mi vida?

Los ojos a veces se me empañan cuando pienso que puede que no lo consiga.
De pronto me ilusiono, cojo fuerza y me convenzo de que si podré.
Me invade un sentimiento de rabia y de dolor.


Y no se si algun dia...

miércoles, 1 de junio de 2011

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

Tomo las palabras de Oscar Wilde para abir la entrada de este post.

Es increible lo fugaz, lo frágil, lo inestable que puede llegar a ser la vida de las personas.

Es increíble lo rápido que los planes que se realizan, los sueños que se tienen, las ideas que se piensan pueden verse modificadas en tan solo un segundo.

Y como con una única frase, puede darte un vuelvo el corazón, ponerse tu mundo del revés y cambiar por completo tus perspectivas de futuro.

Si es que va a ser más que cierto aquello de que:

La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.

John Lennon (1940-1980)